Rogelio firmaba como Güira. Nunca cambió su AKA por más feo que fuese. Amaba lo que hacía aunque no tuviese el talento para ello, y siempre respetó la cultura, se alejó de las trifulcas y de pisar piezas ajenas. Allá donde esté, le deseo aerosol infinito de mil colores y un muro blanco, firme y largo en el que pueda firmar eternamente. Poco o nada le importó que lo atrapasen los locales, nacionales o picoletos, menos le importará si lo pilla el diablo.